02/01/2020
Capicúa.
Pensando en Paquito, que se va de campamento. Que ya lo abrazo como a
alguien de mí altura. Osea. Como a un adulto. Pero es mí hijo de 12
años. Algo que me vuela la cabeza !.
Si me detengo a
pensarlo, estuvo adentro mío. Lo sentí. Conecté con él. Lo tomé en mis
brazos. Lo llevé de la mano. Le hice upa. Me trepaba como un árbol. Lo
abrazaba con mis brazos. Pero igual que ahora, mis brazos van más allá.
Lo cubren. Todo su ser. Más allá de su cuerpo. Mis brazos lo rodean. Más
allá. Esto es increíble. Sólo con los hijos puede pasar. Qué
maravilloso.
No me imagino poniéndome mal porque un alumno
deja de venir. O sí? Como cuando Mariana me dijo, que practicara más
antes de dar otra clase.
Qué hice? Dejé de dar clases.
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